La Asociación Cultural de Pendones Reino de León exhorta a la clase política a que no permita que se pierda un signo de los pueblos tan importante como el Pendón.
El futuro del icono más relevante del mundo rural, como lo es el pendón,
está ligado a las próximas decisiones que se adopten sobre las Juntas
Vecinales, "porque son mucho más que eso, porque velan por los pendones,
las iglesias, las casas del pueblo, son el alma de nuestros pueblos". Es
el pensamiento de Bernardo Gutiérrez, presidente de la Asociación Cultural de
Pendones Reino de León que aglutina a 150 pueblos y a 1.700 personas.
Bernardo Gutiérrez advierte desde el primer comentario en esta entrevista
que la asociación está totalmente desvinculada de cualquier nomenclatura
política, pero a la vez es consciente de quién tiene en sus manos la decisión
final.
Si desaparecen las juntas vecinales, y Bernardo Gutiérrez tampoco lo duda,
buena parte de los pendones seguirían el camino por el que se perdieron la
mitad de ellos tras la guerra civil. Antes los 1.215 pueblos de la provincia
tenían cada uno el suyo, cada uno su estandarte, su pendón, aunque en la
actualidad de los 600 que quedaron 200 de ellos están en un estado delicado, y
por tanto quedan unos 350 o 400 a lo sumo en buen estado.
Desde la asociación se exhorta a todas las instituciones y partidos
políticos a reflexionar algo que en sí es fácil "es fácil hacer
desaparecer un pueblo" explica Bernardo, "pero con él desaparece
nuestra historia, el vínculo que nos ha mantenido unido, el que permitiría al
mundo rural mirar con cierto optimismo hacia el futuro. Pero insisto, es
importante reflexionar antes de tomar una decisión de ese calibre".
Tierras del Pendón
Después de un tiempo de regresión en el que los pendones dejaron de
desfilar hubo un punto de inflexión que permitió recuperar buena parte de los
olvidados en las viejas sacristías o en las casas del pueblo e incluso los
expuestos a la intemperie.
Ahora son las subvenciones oficiales y, sobre todo, las cuotas de los
socios (15 euros por año y socio, salvo los menores de edad) las que sufragan
un gasto que antaño se acometía con el dinero de la venta de una tierra, la
tierra del pendón, pero el principal motor es la gente y la junta vecinal, que
en algunos pueblos desiertos en invierno hacen que la vida recobre vigor en
verano con muchas actividades con la gente que, en la mayoría de los casos,
vuelve a su casa. También cuentan las aportaciones particulares; cuando no
había tierra para vender se acudía a la caridad de los que más tenían.
Bernardo Gutiérrez recuerda en el capítulo de donaciones, al margen del
sustento oficial, la colecta que organizó durante un mes el párroco del
Monasterio de Carracedo para recuperar el ajado pendón del pueblo, que
finalmente fue posible y ahora se muestra con orgullo.
La asociación decidió adquirir estatus jurídico, sin ánimo de lucro, tras
el apoteósico éxito de los 42 pendones en evolución y las 1.500 personas que
los acompañaban en la Plaza del Obradoiro, durante el Jacobeo 2004.
Desde hace algún tiempo han solicitado a la Junta de Castilla y León, sin
respuesta, la declaración de los pendones como Bien de Interés Cultural, una
forma de garantizar su continuidad ligada a los pueblos y a las gentes que los
habitan.
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